Vagamundo: Paris

Foto: Jessica Dachs

Foto: Jessica Dachs

Por Jessica Dachs

París, mon amour, no era como la imaginaba… Ventanas abiertas, calles naufragadas, la luna y el sol en constante batalla, disputando ese cielo, ahí afuera, tan primaveral. Son las diez y yo aquí, semi acostada, semi pensante, dando vueltas en esta minúscula habitación. La baranda me llama, los malvones me llaman, todos juntos en una sola cançó. Aquí en frente, la rue des Morillons, y en la esquina, Don Quijote – un cuchitril andaluz que me ha resultado muy simpático desde que llegué. La noche, tierna, suave como el caer de una pluma va abrazando al guitarrero que desde el bar hace sonar la vida con la simplicidad de un acorde. Bajo para contemplar el universo y reflexionar un poco, con algo de prisa, pues París no sabe trasnochar. Después de las diez se cierran las puertas y la Tour Eiffel es iluminada por luciérnagas.

Entre inmigrantes españoles, turcos y árabes – y una que otra botella de vino – me pregunto dónde andará la bohemia de los años veinte, treinta y sesenta y ocho. ¿Donde está la París tan dulce y tan simple que Cortázar, Doisneau y Truffaut compartían conmigo? ¿Esa gente, se habrá perdido en el tiempo? He llegado hace unos días con todas las pilas. Una cámara en cada hombro, para evitar que ningún detalle se perdiera en la efímera memoria de la retina. Mientras caminaba podía oír a Jules diciéndome “Oh, que la vie est quotidienne…”, y en el eco de ese verso respiré cada arboleda y oí el cantar de cada cuervo. Del otro lado de la calle, me mira un chien très expressif. Enfoco, lo capturo y en el mismo instante el dueño me mira con una mezcla de rabia y euforia. Atraviesa la calle, para darme la bienvenue, I suppose.

– Vous, les touristes, vous êtes tous pareils! Pourquoi tu passes pas ton temps à prendre des photos de ta mère? Efface cette photo tout de suite!
– Pardon, monsieur, mais je n’ai pris aucune photo de vous. I took a photo of your chien. I’m very sorry, but these are both film cameras, it’s imposible to erase it.
– Je peux voir l’appareil?
– Bien sûr, il n’y a pas de problème…
– Ouais, il y a pas de problème.

And the gentleman, very clever, apretó el botoncito que abre la tapa y con mucha delicadeza me arruinó la película. No supe qué hacer, ni cómo reaccionar. Guardé las dos cámaras y seguí mi camino. Después de tres copas me río sola, imaginando a Prévert corriéndolo con un paraguas a Doisneau en seguida de haberle tomado su retrato; o Bresson, que se lleva una baguette por la cabeza después de fotografiar a esos gorditos que hacían un picnic al borde de la Seine. ¿Cuántas piñas no se habrán llevado esos pobres fotógrafos…? Y que le vamos hacer… Todavía me quedan diez días, algunas puteadas más, y muchas noches bajo este techo andalou.